Sincronicidad

Hoy te quiero hablar sobre un tema que a veces causa mucho alivio y a veces causa algunos enojos o molestias.

Hoy te quiero hablar sobre la sincronicidad.

Pero más adelante te definiré qué es eso para que andemos perdidos por acá. Pero primero quiero compartir un par de pensamientos.

El caso es que yo creo que en este mundo existimos dos tipos de personas:

Las que creemos en que todo conecta y que hay una fuerza o fuente universal que crea hilos mágicos para que la vida nos suceda y las personas que simplemente deciden no hacerle caso a ningún tipo de señal espiritual en la vida o se forzan a no creer aunque les pasen todo tipo de señales.

Es normal.

Debe haber dualidad. Debe haber contraste. Incluso debe haber contraste del contraste. Pero ese es otro tema.

En fin.

Yo soy de los que cree que todo conecta.

¿Por qué? Porque tengo más razones y evidencias para creer en esa fuente sagrada que te digo a evidencias negativas o razones para creer que la vida simplemente nos odia.

Y déjame te digo, no toda mi vida he sido así. Yo fui de las otras personas.

No tiene nada de malo no creer ni en tu abuelita. Está bien, te digo.

Yo lo veo así: es como las verduras. Se sabe que comer verduras es nutritivo, sano y nos da vida. Lo creas o no, pues allá tú. Si tú decides no comer verduras, pues allá tú. Puede que no te pase nada malo, pero te digo, allá tú.

Entonces, regresemos a la sincronicidad.

Para no echarte cuento largo, la sincronicidad es un concepto acuñado por Carl Jung (busca ese nombre en google, no te vas a arrepentir) y simplemente es la palabra que define “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal”, o sea, en palabras mortales significa que existe una sincronización universal de las cosas que no podemos explicar, pero que sucede.

Como cuando piensas en una persona y esa persona te escribe a los 5 minutos. O como cuando te recomiendan un libro y ves ese libro expuesto en una librería ese mismo día. O como cuando dices que quieres unos tacos de asada y ese mero día te invitaron a echarte unos tacos de asada.

Ejemplos sobran. Y creo que entiendes lo que quiero decir y lo que significa este término.

Sé que tú lo has experimentado, creas en esto o no. Podrás darle miles de explicaciones científicas, pero sabes al final que no son suficientes y que hay algo que no puedes explicar.

Y lo único que quiero decirte hoy respecto a la sincronicidad es que no pierdes nada con intentar creer en ella. Hasta te invito que lo hagas como un juego. No esperes nada. No trates de explicar nada. Es un juego. Juega. Si al final no pasó nada pues no perdiste nada y solo jugaste. Si al final pasó algo que te hizo creer en toda esta mierda, pues mira, ya aprendiste que la magia universal sí existe y que nunca es tarde para encontrarla.

Así las cosas.

Y para finalizar, te cuento sobre mi próximo workshop de Emotional Storytelling en CDMX.

Quedan dos lugares. No uno. No tres. Quedan dos lugares.

Por eso hoy me animo a regalarte el último código promocional que daré para este taller. Si lees esto, escríbeme y te lo mando. O búscame como tú quieras, pero te lo repito, si eres de esas personas que me han escrito diciendo que quiere entrar al taller y nada más no apartan su lugar, pues mira, esta es tu señal divina.

Sincronicidad, te digo, jajaja. Bueno, no tanto así, pero sí aprovecha si te interesa. Ya no habrá más fechas de este taller. Decidido y avisado.

Acá la info del workshop:

Chido.

R.