- Palabras Chidas
- Posts
- Cuando no hay a donde regresar
Cuando no hay a donde regresar
Hoy te voy a dar una reflexión muy personal.
Tan personal y tan real que no me bastaría un correo o 10 para explicarte al cien por ciento lo que esta reflexión significa para mí.
Al grano, pues.
Mira.
Tarde o temprano en la vida te terminas dando cuenta que los problemas no se acaban.
Que estamos flotando en un mar de problemas llamado “vida” y que simplemente la naturaleza de ese mar son los mismos problemas.
Y estamos en ese mar.
Somos parte de él también.
No hay manera de no tener problemas o de esperar que no nos toquen.
Hay mareas bajas y altas.
Hay días con problemas más grandes y otros con problemas más pequeños.
Esto se trata de flotar. Aprender a flotar.
Y también entiende esto:
Podremos construir la mejor de las estructuras, el mejor edificio, la mejor guarida, la mejor ciudad, pero siempre, siempre, siempre y siempre llegará un momento en que tengamos que avanzar y dejar atrás ese lugar seguro y que con tanto amor construimos.
Ya sea porque se cayó por un terremoto ajeno a nosotros o simplemente porque no nos dimos cuenta de que no lo construimos tan bien como pensamos.
Y duele pensar en ese lugar tan sagrado. Tan seguro. Tan tuyo.
Pero la realidad es que si se cae o simplemente desaparece, por voluntad o no, tenemos que movernos.
No hay espacio o forma de regresar. No hay a donde regresar.
Solo queda avanzar.
Con dolor. Sí, con mucho dolor.
Pero si no hay nada allá atrás pues a qué chingados se regresa, ¿verdad?
¿Verdad?
Yo mastico esta gran reflexión y te la comparto si te sirve y si te sabe bien.
Porque para mí masticarla y masticarla hace que cada vez me sepa mejor, o al menos, para bien.
Por hoy es todo.
R.